miércoles, 2 de septiembre de 2009

Epístola a Nessie


Estimadísimo y entrañable Nessie:

Acabo de enterarme por la prensa de que un guardia de seguridad te ha sacado una foto con el Google Earth, en tu lago, en el de siempre, en el Ness. Justamente en las coordenadas latitud 57° 12' 52.13" N y longitud 4° 34' 14.16" W, más o menos, imagino yo, que por donde siempre has tenido el cuarto de baño, si es que no has hecho reformas desde 1934, que fue cuando te retrataron por primera vez, aunque luego dijeran que eras un simple muñeco hinchable. Espero que no te ofendieras por eso, pues la maledicencia es una debilidad que los humanos utilizan sañudamente contra los humanos, raramente contra los monstruos, pues suponen, sin duda erróneamente, que en vuestra condición lleváis la penitencia.

Unos dicen que eres tú esa mancha blanca que aparece en la foto de arriba y otros que es un barco. Cosas de la vista de cada uno, tampoco le prestes demasiada atención. A mí, al pronto, con todo el afecto que te guardo desde la infancia, disculpa las comparaciones, me pareciste un calamar gigante y, fijándome más, me recordaste a Fraga Iribarne bañándose en la playa de Palomares, pero ni en los lagos hay calamares ni en los años playeros de Fraga existía el Google, con lo que inmediatamente descarté las dos hipótesis.

Si en realidad fueras tú, he de decir en honor a la verdad que me gustabas más en la famosa foto de Wilson, con ese gañote alargado y grueso, insaciable y hondo como el de un alcalde de Marbella, nada que ver con la de Illanes asomado a la piscina, que ni siquiera muestra el pescuezo. Tenías allí un aire menos tecnológico, más romántico, casi plañidero, mirando al cielo en lo que siempre me pareció un silencioso reproche a los dioses que te olvidaron en el fondo de aquel lago escocés. Porque los dioses se olvidaron de ti, como de Illanes, como de tantos otros seres que habitan la Tierra. Allá arriba, tan lejos, es normal. Y siendo un monstruo, con más motivo. ¿Quién quiere saber de un monstruo como no sea un paparazzi?

Los dioses te olvidaron, sí, pero los paparazzis no, que éstos no tienen otro dios que el dinero ni mayor afán que el de dar por culo, que dan más por culo que un intelectual, como diría mi amiga Mertxy. Y no se cansan. Hasta a los monstruos persiguen. Y ahora con las dolencias de la crisis cualquiera se mete a paparazzi por un puñado de euros, como el señor que te ha retratado con el Google Earth. Fíjate, toda la vida escondiéndote y llega una crisis y te sacan una foto para venderla. Yo que tú los jodía vivos, sí, los jodía para siempre y salía del escondrijo.

No hay nada que joda más a un paparazzi, al fin y al cabo un capullo en crisis permanente, que ver a su víctima haciendo una pose. Eso es reventarles la exclusiva. Ánimo, Nessie, abandona de una vez las profundidades de tu lago, sal a la orilla y paséate a la vista de todos. Y que se jodan. Muchos nos vamos a alegrar, no sólo por imaginar su rechinar de dientes, sino por verte hecho realidad, por tener la certeza de que los sueños existen, de que la infancia no nos mintió cuando te soñamos, de que lo imaginado puede ser una utopía alcanzable. Sal, que te fotografíen hasta hartarse los niños, los poetas, los soñadores, los locos y los ilusos, y luego vuelve para siempre a tu escondrijo, Nessie, allá al fondo oscuro y frío de tu lago. Y sigue siendo un sueño.

César Lamara.