domingo, 26 de julio de 2009

A César Lamara


Respetable compañero:

Puesto que sin duda serás tú quien en adelante prosiga con esta especie de epistolario de la locura -y así debe ser, pues semejante dislate fue concepción tuya- y dado que de alguna manera soy en parte responsable de tus actos, me siento obligado por mi conciencia, por la tuya –caso de tenerla- y por el respeto obligado a los lectores de tu blog, a escribirte la primera epístola de la serie que, como podrás comprobar, más que epístola es una invitación a la autocrítica e incluso podría verse como una crítica en sí. Aunque sin duda el gesto te incomode y lo veas como un ataque personal, convendrás en que tengo derecho a él.

Hace años que te conozco, César Lamara, y tu carácter apasionado y la mezcla de tu sangre andaluza, en la que han dejado marcado rastro iberos, fenicios, cartagineses, romanos, godos, árabes, gitanos y otros pueblos tan impulsivos como ellos, a menudo te lleva a juzgar severamente a los demás. Tu palabra se vuelve dardo y tu escaso ingenio se violenta arremetiendo agriamente contra personas, conceptos y actitudes con la loca determinación de Alonso Quijano contra los molinos de viento. Sí, eres demasiado severo con el prójimo y demasiado indulgente contigo, a pesar de tu manifiesta torpeza natural, por encima de la media, y de tu cortedad de luces, defectos que ostentarás conforme escribas y que tus lectores, sin duda mucho más largos que tú, advertirán a menudo. Sé por tanto mesurado en tus palabras e indulgente en tus juicios. No me hagas arrepentirme de haberte pensado.

Ten presente, César Lamara, peligroso compañero de viaje, que tus torpezas me las achacarán a mí, que en la práctica soy tu padre, y que seré juzgado por tus desafueros, tus impertinencias, tus desplantes, tus embestidas, tus torpes análisis, tus partidismos, tus subjetividades… en fin, por la interminable ristra de errores que a diario sueles cometer, aunque tiendas a pensar que cometes poquísimos y que son los otros quienes viven perennemente en el yerro. Sé que es pedirte demasiado, pero mientras piensas, observa; antes de concluir, analiza; antes de analizar, mírate al espejo; antes de juzgar, piensa que los defectos del prójimo pueden ser los tuyos. Y a la hora de la sentencia, sé tan clemente como quisieras que fueran contigo. Es mucho pedir, lo sé, pero es mi obligación hacerlo.

Te conozco y sé que escribirás cartas a todo el mundo, desde el Papa hasta al Risitas, pasando por Bush, Paquirrín, Chavez, Obama, tu vecina del quinto, Bin Laden, tu perro, tu ordenador, tu cigarro, tu maestro de la infancia… a todo el que tenga el infortunio de caer en las redes de tu desquiciada mente. Incluso te atreverás con la envidia, con la soberbia, la libertad, la fe, la razón… conceptos que te vienen grandes pero que osarás juzgar en tus cartas sin el menor asomo de prudencia, en un alarde de soberbia –sin duda a la soberbia dedicarás otra carta sin pararte a pensar que habita en tu corazón tan cómodamente como en el de todo el mundo.

En fin, César Lamara, yo ya te conozco y tus lectores te irán conociendo. Modérate o me veré obligado a cerrarte el blog. No pienso repetirlo, va en serio. Un fuerte abrazo, respetable y peligroso compañero de viaje.

José Antonio Illanes.

7 comentarios:

  1. por favor,no te moderes y se tu mismo...ya espero ansiosa esas cartas.

    Un beso!!!!!

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  2. PROFUNDA E IRREVERENTE CARTA, LA DUALIDAD EN EL SER HUMANO ES ESENCIA PRIMITIVA, ANCESTRAL Y POR TANTO CRÍTICA EN LA MEDIDA DEL CONOCIMIENTO MUTUO.
    QUE LA INSPIRACIÓN Y LA RAZÓN SE DEN LA MANO SIN RIÑA PERO CON LA LUZ DE LA VERDAD Y LA JUSTICIA, TANTO LAMARA COMO JOSE LO SON.
    MIL B BESITOS DE AGUA
    MERCHY

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  3. Mejor idea que la otra, espero ansioso que envies más de una carta. ¿Si supieras las de ellas que tendrían que enviarme a mí? . Buen blog , Pirata, pero insisto, no dejes de escribir más de una, porque las espero. Un abrazo

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  4. Gracias por tus consejos, José Antonio Illanes, pero métete en tus asuntos y déjame a mí con los míos. Pienso hacer lo que me dé la gana. Pienso escribir lo que quiera, a quien quiera y en los términos que quiera, y si te atreves a cerrarme el blog, atente a las consecuencias. Si me conoces como dices, deberías saber que hablo en serio.
    Por cierto, tu carta deja mucho que desear. Es fría y sin sustancia, agresiva y pusilánime. Nada que ver con las mías.
    Un frío saludo de compromiso.

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  5. Mi estimado y querido César:

    No creo que sea necesario tomar en cuenta las cruentas palabras del tal Illanez, que con desmesura pretende coartar tus libertades individuales acusándote de falsedades que jamás se me ocurrirían pensar de tan gentil caballero. Creo yo que su crítica se escuda en la malsana envidia de no poder siquiera estar a las alturas de tus escritos, que si bien tiene voz y voto en ellas, también tiene el deber de respetar tus verdades como absolutas e indivisibles entre tú y él mismo.

    Espero que a la vista de estas consideraciones, tu espíritu impulsivo no detenga la marcha ni siquiera para abrevar en la duda de las palabras, que lo que brote de tu pluma siga siendo lo mismo que de tu corazón surge y de tu entendimiento se libera.

    ¡Enhorabuena, César Lamara! Te acompañaré como la sombra que en el muro vive por ti y por ti muere.

    Un beso de esta dama que ha detenido su marcha sólo por leer tus Letras.

    Liliana García

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  6. Mi querido y admirado escritor, me alegro que hayas decidido tomar el mando esta vez; no de la espada mi Señor, si no de la pluma y en su honor y gracia derroche su grandiosa imaginaciòn como nos tiene acostumbrados su señoria.
    Me alegro de ver tus entradas en cartas o en el filo de una aguja, mientras se vean.
    Un fuerte abrazo Josè Antonio

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  7. Llegué a este epistolario por casualidad. Gran cosa esa. Bueno, realmente, ambas son grandes, el epistolario y la casualidad. Ya no se estila mucho escribir epístolas, con tanto teléfono en todas sus versiones, fijo, móvil, SMS y demás modernidades con las que nos tienen cogidos por… a todas horas, aunque felizmente se está recuperando algo, gracias a los “emilios”. No hay nada como que te lo digan por escrito, tiene más fuerza y más encanto, claro que depende de lo que te suelten. Porque, si me lo permites, si no, también, te lo digo igual, menudo rapapolvo le has dado a César Lamara, y eso que comenzaba de inmejorable manera “Respetable compañero”, y a fin de cuentas, creo que, sin menoscabo para ti, José Antonio, lo que tenga que decir César Lamara interesa en un mundo como el de hoy día. Basta leer su respuesta para darse cuenta de su claridad de ideas.

    Por tanto, os aconsejo, ya sé que nadie me dio vela en este entierro, pero igual lo digo en buena lid, dirán que soy entrometida, pues sí, que hagan ustedes como esos matrimonios indisolubles que están condenados a entenderse, dicen que por el bien de los hijos, en este caso de los lectores, que deseamos poder leer las epístolas en paz sin la presión de que haya clausuración del blog por medio; si no es así me veré en el deber moral de volver a intervenir. Merece la pena el esfuerzo, no en vano sois casi padre e hijo.

    Un saludo para ambos,

    Margarita

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